Cempre (coordinador del Pacto por los Plásticos Colombia), la Universidad EAN y WWF Colombia se propusieron algo tan urgente como poco frecuente: formar a periodistas, comunicadores y creadores de contenido para contar la historia del plástico con contexto, rigor y cero concesiones al greenwashing.
La idea surgió de una constatación compartida por la academia, las ONG y la industria: el debate público sobre plásticos suele quedarse en eslóganes. La ciudadanía decide con base en titulares, colores y promesas ambiguas; los comunicadores, por su parte, necesitan fuentes, lenguaje técnico comprensible y criterios para no caer en afirmaciones absolutas del tipo “esto siempre se recicla” o “esto es 100 % sostenible”.
Así nació “La ruta del plástico: desafíos y oportunidades para una comunicación efectiva”.
El grupo, compuesto por periodistas de medios nacionales y especializados, cerró la serie de nueve módulos con dos visitas técnicas: primero a la Estación de Clasificación y Aprovechamiento (ECA) de M&M, una asociación de recicladores ubicada en Toberín (Bogotá). Luego, nos visitaron en la planta de transformación de Reciclene (Tocancipá).
Ambos momentos completaron el rompecabezas: cómo entra el material, qué lo hace aprovechable o no, cuánto cuesta corregir errores de origen y por qué un buen mensaje en el empaque ahorra pérdidas de dinero y esfuerzo.
El recorrido inició en la ECA de M&M, donde todos los asistentes enfrentaron un hecho incómodo: mucha parte de lo que la gente cree “reciclable” llega con residuos que contaminan y obstaculizan el proceso. Restos de comida, materiales mezclados, etiquetas imposibles de retirar, tintas que manchan otros materiales. Todo esto, además de complicar el trabajo del reciclador, encarece la operación y reduce el rendimiento de la cadena.
En conversaciones con el equipo de la ECA aparecieron dos ideas clave:
Días después, la experiencia continuó en nuestra empresa Reciclene. Abrimos las puertas de la planta para que el grupo viviera de cerca el proceso industrial en cada una de sus etapas. Ver la resina reciclada posconsumo (PCR) salir de un flujo que empezó como residuo le puso suelo a la circularidad: ya no era una idea etérea, sino una operación que exige inversión y compromiso.
Luisa Fernanda Ribero, directora corporativa de sostenibilidad del Grupo Plastilene, conectó lo visto en la ECA con los retos industriales: lo que el mercadeo sueña (full color, metalizados, acabados brillantes, transparencias perfectas) suele chocar con la reciclabilidad y la incorporación del material reciclado.
De ahí que conceptos como monomaterialidad, tintas lavables, adhesivos removibles y etiquetado claro no sean caprichos ambientales, sino decisiones para la efectividad y viabilidad del proceso.
Hubo un detalle que marcó la visita: la relación con los recicladores. En Reciclene trabajamos con asociaciones para estandarizar procesos, ofrecemos capacitaciones sobre preclasificación y, en algunos casos, los apoyamos con compactadoras para facilitar el manejo del material. Ese acompañamiento mejora la calidad del plástico posconsumo que ellos comercializan y dignifica su oficio.
Durante las conversaciones surgieron temas recurrentes:
Certeza de que sin decisiones de diseño responsables, sin infraestructura funcional y sin hábitos informados no hay circularidad posible.
Tarea de que las empresas avancen con metas realistas,integrando progresivamente material reciclado, mientras se construye cultura con mensajes unificados.
Y convicción de que estas alianzas entre sectores son el camino para que lo que admiramos en una visita se vuelva práctica cotidiana en barrios, medios, líneas de producción y puntos de venta.
También quedó claro que las necesidades del país no son iguales en todos los departamentos, ciudades y pueblos. Por eso es valioso formar a quienes difunden la información: así el mensaje llega con matices a cada territorio y, a la vez, desde el Grupo Plastilene conocemos de primera mano los retos locales.
El caso de Mónica Pinilla (RAP Pacífico) lo ejemplifica: venía de promover turismo sostenible y madera plástica en Cali. En Reciclene descubrió que el plástico reciclado puede mantener o incluso aumentar su valor. Esa comprensión fortalece la cadena y multiplica los usos posibles.
La conversación también aterrizó en la realidad logística de los territorios. Mónica contó que se debe retirar plásticos de algunas playas del Pacífico en avioneta. Ahí la ecuación cambia: ese material se encarece y nadie lo pagaría en condiciones normales.
Es un recordatorio de que no hay soluciones universales y de que la sostenibilidad requiere contexto.
Por eso celebramos haber sido parte de esta iniciativa: cuando recorres toda la cadena, juzgar es más difícil y sumar, muchísimo más fácil.