En Colombia, miles de recicladores de oficio recorren calles y barrios todos los días recolectando materiales aprovechables. Su labor es esencial para que la economía circular funcione, pero sus realidades siguen siendo, en muchos casos, invisibles.
Conscientes de esta situación, organizamos junto a LAGreen (un fondo de inversión) un espacio de escucha con líderes de asociaciones de recicladores de Bogotá y La Sabana. El propósito fue claro: identificar las principales luchas que enfrentan los recicladores y plantear acciones que mejoren sus condiciones de vida y fortalezcan la cadena del reciclaje.
Este encuentro es parte de una alianza más amplia en la que LAGreen ha contribuido a impulsar procesos de economía circular en Colombia. Un ejemplo de ello es la financiación que permitió a Reciclene adquirir maquinaria para mejorar el proceso de reciclaje, la eficiencia y calidad del plástico posconsumo. Ahora, ese compromiso se extiende también a escuchar directamente a quienes hacen posible esta cadena desde su base.
En este espacio participaron representantes de cinco asociaciones aliadas del Grupo Plastilene:
Y por parte de LAGreen, estuvieron presentes Alina Buscher y Camila Silva, quienes han acompañado este proceso con la convicción de que no hay economía circular sin dignidad laboral. Y por parte del Grupo asistieron Jenifer Garrido, compradora de poliolefinas de Reciclene y Luisa Ribero, directora corporativa de sostenibilidad.
Durante el encuentro, se evidenció que la mayoría de recicladores son personas mayores que enfrentan largas jornadas de trabajo bajo condiciones físicas exigentes. Pedalean triciclos con hasta 300 kilos de material, muchas veces con dolencias, visión reducida y sin acceso a tecnología o transporte adecuado.
A esto se suman barreras como la exigencia, en algunos conjuntos residenciales, de estar al día con aportes a salud, pensión y riesgos laborales para acceder a los shuts. Con ingresos limitados, muchos recicladores deben elegir entre cumplir esos requisitos o cubrir necesidades básicas como el arriendo o la comida.
Es comprensible que muchos administradores de conjuntos residenciales exijan a los recicladores estar al día con aportes como EPS, ARL y pensión, especialmente para protegerse ante posibles accidentes. Sin embargo, una parte importante de estos riesgos podría evitarse si como consumidores separamos adecuadamente nuestros residuos. Bolsas con vidrios rotos, jeringas, latas abiertas o desechos mal clasificados aumentan significativamente el peligro al que se enfrentan los recicladores todos los días.
El problema es que, con ingresos limitados, muchos de ellos no pueden costear esos aportes y, aun así, siguen exponiéndose para cumplir con su labor. Por eso, además de reconocer su trabajo, es fundamental que desde nuestros hogares contribuyamos a su seguridad con una disposición responsable de los residuos.
En el encuentro, también se habló sobre las dificultades en el acceso a salud visual. Muchos recicladores utilizan gafas encontradas entre los residuos, porque no pueden costear lentes formulados. Sin embargo, las asociaciones de recicladores hacen un esfuerzo constante por atender esta necesidad: organizan jornadas de salud visual con altísima participación.
Aunque sigue siendo un tema por mejorar, ya existen iniciativas valiosas que demuestran el compromiso del mismo sector por cuidar a su gente. La falta de recursos no ha debilitado su trabajo, pero sí revela una deuda social que aún está pendiente de saldarse.
También se abordaron otros temas clave como la necesidad de tecnificación, la adquisición de maquinaria adecuada y la falta de infraestructura para el trabajo de clasificación.
Finalmente, se destacó la necesidad de seguir recibiendo capacitaciones, no solo en el fortalecimiento de habilidades operativas y administrativas, sino también en el empoderamiento de los recicladores como profesionales de un oficio digno. Para las asociaciones esto genera un impacto positivo y les permite mejorar la organización interna, la trazabilidad del material y la imagen del sector frente a la sociedad. Además, se discutieron los retos de la convivencia con otras poblaciones vulnerables, como habitantes de calle y migrantes, que comparten y a veces compiten por las mismas rutas de recolección.
Desde el Grupo Plastilene creemos que la economía circular con tecnología, procesos industriales y conocimiento, pero también es importante tener un componente importante de justicia, empatía y condiciones dignas para quienes hacen parte del sistema. Este encuentro no fue un evento aislado, sino el primer paso de una agenda de trabajo que busca convertir las voces escuchadas en acciones transformadoras.
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